Los misterios dolorosos

Los 5 misterios dolorosos abordan el sufrimiento y la pasión de Jesús dando testimonio de su sacrificio para la redención de la humanidad. Se rezan los martes y viernes.


Primer misterio doloroso: La Oración en el Huerto de Getsemaní

Primer misterio doloroso: La oración en el huerto de Getsemaní

Versículos bíblicos del primer misterio

Jesús se apartó de los discípulos como un tiro de piedra, y, puesto de rodillas, oraba diciendo Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. En medio de su angustia oraba con mayor insistencia” (Lc 22, 39-42).

Contemplación del Papa Juan XXIII

Con ánimo conmovido se vuelve una y otra vez sobre la imagen de Jesús en la hora y el lugar del supremo abandono. “Y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra”. Pena íntima en su alma, amargura insondable de su soledad, decaimiento en el cuerpo abrumado. Su agonía no se precisa sino por la inminencia de la pasión que Jesús, a partir de ahora, ya no ve lejana, ni siquiera próxima, sino presente.

Primer misterio doloroso: La Oración en el Huerto de Getsemaní

Reflexión

La escena de Getsemaní nos conforta y anima a realizar un esfuerzo voluntario de aceptación. La aceptación incondicional del sufrimiento, cuando es Dios quien lo quiere o permite: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Palabras que desgarran y curan, porque enseñan a qué grado de fervor puede y debe llegar el cristiano que sufre, unido a Cristo que sufre. Ellas nos dan, como en última pincelada, la certeza de méritos inefables, el merecimiento de la vida divina para nosotros, vida palpitante hoy en nosotros por la gracia, mañana en la gloria.

Intención

En este misterio se presenta ante nuestra mirada una intención  particular: “la preocupación por todas las Iglesias”. Solicitud que impulsa con apremio la oración diaria del Santo Padre, como el viento que azotaba el lago de Genesaret, “viento contrario”. Pensamiento anhelante en las situaciones más comprometidas de su altísimo ministerio pastoral. Preocupación por la Iglesia, que esparcida por la redondez de la tierra, sufre unida a él, y él, por su parte, unido a ella, presente en él y sufriendo con él. Afán dolorido por tantas almas, porciones enteras del rebaño de Cristo, sujetas a persecución, sin libertad de creer, de pensar, de vivir. “¿Quién desfallece que no desfallezca yo?”

“Participar en el dolor del prójimo, padecer con quien padece, llorar con quien llora” es un beneficio, un mérito para toda la Iglesia. La “comunión de los santos” es este tener en común, todos y cada uno, la Sangre de Cristo, el amor de los santos y de los buenos, y, también, Dios mío, nuestros pecados, nuestras debilidades. ¿Se piensa lo suficiente en esta “comunión”, que es unión, y, como diría Jesucristo, casi unidad, “que sean uno”? La cruz del Señor no sólo nos eleva a nosotros, sino que atrae a las almas. Siempre. “Y yo, cuando fuere levantado de la tierra, atraeré todos a mí”. Todo. A todos.


 

Segundo misterio doloroso: La flagelación de Jesús

Versículos bíblicos del segundo misterio

Todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decía: Haz de profeta. Y los ciados le daban bofetadas”. “Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran (Mc 14, 65; Jn 19, 1).

Contemplación del Papa Juan XXIII 

El misterio trae al recuerdo del suplicio despiadado de latigazos innumerables sobre los miembros santos e inmaculados del Señor.

El hombre es cuerpo y alma. El cuerpo está sujeto a tentaciones humillantes. La voluntad, más débil aún, puede ser arrastrada fácilmente. Se hallará en el misterio una llamada a la penitencia saludable, que lo es porque implica y causa la verdadera salud del hombre, al ser higiene del vigor corporal y juntamente confortación en orden a la salvación espiritual.

Rosario Flagelacion

Reflexión

De aquí se desprende una valiosa enseñanza para todos. No estaremos llamados al martirio sangriento; pero a la disciplina constante y a la diaria mortificación de las pasiones, sí. Por este medio, verdadero “via crucis” de cada día, inevitable, indispensable, que en ocasiones puede incluso llegar a ser heroico en sus exigencias, se llega paso a paso a una semejanza cada vez más estrecha con Jesucristo, a la participación en sus méritos, a la ablución por su sangre inmaculada de todo pecado en nosotros y en los demás. No se llega a esto por fáciles exaltaciones, fanatismo, ojalá inocente, jamás inofensivo.

La Madre, dolorida, lo vio así de flagelado. Pensemos con qué  amargura. Cuántas madres querrían poder gozar del éxito en la perfección de sus hijos, dispuestos, iniciados por ellas en la disciplina de una buena educación, en una vida sana, y en cambio tienen que llorar la pérdida de tantas esperanza, el dolor de que tantos afanes se hayan perdido.

Intención

En las Avemarías del misterio pediremos al Señor el don de la pureza de costumbres en la familia, en la sociedad, particularmente para los corazones jóvenes, los más expuestos a la seducción de los sentidos. Y juntamente pediremos el don de la firmeza de carácter y de la fidelidad a toda prueba a las enseñanzas recibidas, a los propósitos hechos.


 

Tercer misterio doloroso: La coronación de espinas

Tercer misterio doloroso: La coronación de espinas

Versículos bíblicos del tercer misterio

Los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de color púrpura. Salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto de color púrpura. Pilato les dijo: Aquí lo tenéis” (Jn 19, 2-3).

Contemplación del Papa Juan XXIII

La contemplación del misterio se orienta de modo particular hacia aquellos que llevan el peso de graves responsabilidades en la sociedad. Es, en efecto, el misterio de los gobernantes, legisladores, magistrados. Sobre la cabeza de Cristo, rey, una corona de espinas. Sobre la de ellos también otra corona, innegablemente aureolada de dignidad y excelencia, símbolo de una autoridad que viene de Dios y es divina, pero que lleva en su urdimbre elementos que pesan y punzan, y causan perplejidad, y llegarán incluso a la amargura. Espinas y disgustos, en suma. Sin hablar del dolor que causan las desgracias y culpas de los hombres cuando se les ama tanto y se tiene el deber de representar ante ellos al Padre celestial. Entonces el mismo amor llega a ser, como para Jesucristo, una corona de espinas con que corazones duros hieren la cabeza de quien les ama.

Tercer misterio doloroso: La coronación de espinas

Reflexión

Es el misterio cuya contemplación se ajusta mejor a aquellos que llevan el peso de graves responsabilidades en el cuidado de las almas y en la dirección del cuerpo social; por tanto, el misterio de los Papas, se los Obispos, de los Párrocos; el misterio de los gobernantes, de los legisladores, de los magistrados. También sobre su cabeza hay una corona en la cual está, sí, una aureola de dignidad y de distinción, pero que por ello mismo pesa y punza, procura espinas y disgustos. Donde está la autoridad no puede faltar la cruz, a veces de la incomprensión, la del desprecio, o la de la indiferencia y la de la soledad. 

Intención

Podría ser otra aplicación del misterio pensar en la grave responsabilidad de quien por haber recibido más talentos, está por ello mismo, más obligado a hacerlos fructificar con abundancia, mediante el ejercicio constante de sus facultades, de su inteligencia. El servicio del pensamiento, quiero decir, lo que se espera de quien está mejor dotado, como luz y guía de los demás, debe prestarse con paciencia serena, rechazando tentaciones de orgullo, de egoísmo, del distanciamiento que destruye.


 

Cuarto Misterio doloroso: Jesús carga con la cruz

Cuarto misterio doloroso: Jesús carga con la cruz

Versículos bíblicos del cuarto misterio

Tomaron a Jesús, y él, cargando con la Cruz, salió al sitio llamado de la Calavera”. “Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él” (Jn 19, 16-17; Lc 23, 27).

Contemplación del Papa Juan XXIII

La vida humana es un continuo caminar, largo y pesado. Siempre hacia arriba, por la cuesta áspera, por los pasos marcados a todos en el monte. En este misterio Jesucristo representa al género humano. ¡Ay, de nosotros si su cruz no fuera para nosotros! El hombre, tentado de egoísmo o de dureza, sucumbiría en el camino, tarde o temprano.

Cuarto Misterio doloroso: Jesús carga con la cruz

Reflexión

Contemplando a Jesucristo que sube al Calvario, aprendemos, antes con el corazón que con la mente, a abrazarnos y besar la cruz, a llevarla con generosidad, con alegría, según las palabras del Kempis: “En la cruz está la salvación, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa contra los enemigos, en ella la infusión de una suavidad soberana”.

¿Y cómo no extender nuestra oración a María, la Madre dolorosa que siguió a Jesús, con un espíritu de total participación en sus méritos, en sus dolores?

Intención 

Que el misterio haga pasar ante nuestra mirada el espectáculo inenarrable de tantos seres atribulados: huérfanos, ancianos, enfermos, minusválidos, prisioneros, desterrados. Pidamos para todos ellos la fuerza, el consuelo capaz de dar esperanza. Repitamos con ternura, y, ¿por qué no?, con alguna lágrima escondida: “Salve, cruz, única posible esperanza”.


 

Quinto misterio: Cruficixión y muerte de Jesús

Quinto misterio: Cruficixión y muerte de Jesús

Versículos bíblicos del quinto misterio

 “Lo crucificaron a él y, con él, a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio. Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre. Jesús, al ver a su Madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn. 19, 18-30).

Contemplación del Papa Juan XXIII

“La vida y la muerte se abrazaron en un duelo sublime”. La vida y la muerte representan los puntos clave y resolutivos del sacrificio de Cristo. Con su sonrisa de Belén, que prende en los labios de todos los hombres en el alba de su aparición sobre la tierra; y su deseo y último en la cruz, que unió al suyo todos nuestros dolores para santificarlos, que expió todos nuestros pecados, cancelándolos al fin, he ahí la vida de Jesús entrando en la nuestra. Y María está junto a la cruz, como estuvo junto al Niño en Belén. Supliquémosle a ella que es madre; pidámosle que también ella interceda por nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Quinto misterio: Cruficixión y muerte de Jesús

Reflexión

Vida y muerte representan los dos puntos preciosos y orientadores del sacrificio de Cristo: desde la sonrisa de Belén que quiere abrirse a todos los hijos de los hombres en su primera aparición en la tierra, hasta el suspiro final que recoge todos los dolores para santificarnos, todos los pecados para borrarlos. Y María está junto a la cruz, como estaba junto al Niño de Belén.

Recemos a esta piadosa Madre a fin de que Ella misma ruegue por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.
Aquí está iluminado también el gran misterio de los pecadores obstinados, de los incrédulos, de aquellos que no recibieron ni recibirán la luz del Evangelio, que no sabrán darse cuenta de la sangre vertida por ellos también, por el Hijo de Dios.

Intención

Pensando en esto de la oración se sumerge en un deseo magnánimo, en una vehemencia reparadora, en un horizonte mundial de apostolado. Y se pide, con gran fervor, que la preciosísima Sangre derramada por todos los hombres, dé al fin, y les dé a todos ellos, conversión y salvación. Que la sangre de Cristo sea para todos arras y prenda de vida eterna.