Dom
3
Nov
2019

Homilía XXXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

He venido a salvar lo que estaba perdido

Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)



Primera lectura: (Sabiduría 11, 23-12,2)

Marco: El contexto es la parte dedicada a interpretar midrásicamente* la actuación de la Sabiduría en la historia de Israel. Sb 10-19 había sido precedido por Sir 44-50 y algunos salmos. El autor esboza una filosofía religiosa de la historia, que supone una interpretación nueva de los textos, aunque fuerza el relato bíblico para probar su tesis.

Reflexiones

1ª)¡La omnipotencia de Dios se manifiesta de modo singular en la compasión!

Lo que el autor del Segundo Libro de Samuel afirma del rey, sucesor de David, se podría aplicar a su modo de proceder en general (2Sam 7,14s). Y este otro texto del libro del Éxodo en el marco de la renovación de la alianza después de la apostasía-idolatría del becerro de oro (Ex 34,5-7). En esta etapa final de la evolución, que representa el libro de la Sabiduría, este talante de Dios se expresa de modo singular. Este libro es la obra a la vez de un judío creyente y de un hombre que vive en Alejandría y conoce bien la cultura griega. Es sorprendente su enseñanza al relacionar la omnipotencia y la compasión y unificarlas al mismo tiempo en el proceder de Dios con su pueblo (y con los hombres en general). Dios, que conoce bien la situación de la humanidad, cierra sus ojos ante los pecados de los hombres. Una imagen para revelar el verdadero rostro de Dios que Jesús llevará a plenitud en su enseñanza. En Dios no existe el odio. Todo lo contrario, al crear todas las cosas visibles e invisibles ha proyectado en ellas su sabiduría, su belleza y su bondad (Rm 1,19-21). Las cosas son buenas porque Dios las ha hecho buenas.

Segunda lectura: (2Tesalonicenses 1,11-2,2)

Marco: El fragmento proclamado se mueve entre dos polos: por una parte, acción de gracias, palabras de aliento y la mirada a la retribución última; y, por otra, la vuelta del Señor y sus señales precursoras.

Reflexiones

1ª) ¡Puestos los ojos en la meta, es necesario seguir caminando!

Dios siempre llama para una tarea y un fin concreto. La vocación del discípulo de Jesús tiene como meta, la gloria. El itinerario para conseguirla es difícil y doloroso: ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara en su gloria? (Lc 24,26; 13,24). Es necesario llevar a su madurez y acabamiento el camino de la fe iniciado en el bautismo y que desde entonces ha seguido un proceso de crecimiento. En el comentario a la parábola del sembrador, Lucas añade que la buena semilla dará su fruto por la perseverancia. El seguimiento de Jesús está sembrado de dificultades. Tampoco el ministerio de Pablo estuvo ajeno a la persecución y a las dificultades. Así no los recuerda el propio Pablo en 2Cor 11,23-27). Pero Pablo sabe que hay que seguir adelante porque la meta final está en la consecución definitiva. La vida de los discípulos de Jesús es una peregrinación por la tierra (Flp 3,12-16). El autor de 1Pedro, escrita para alentar a los cristianos perseguidos cruentamente y que sufrieron el martirio, insiste en la necesidad de la esperanza y la fortaleza para continuar adelante (1Pe 1,17-21).

Evangelio: (Lucas 19,1-10)

Marco: Seguimos la subida hacia Jerusalén. En Jericó, etapa final hacia la meta, se produce la escena que hoy proclamamos. Encaja adecuadamente en las preocupaciones teológicas y espirituales de Lucas. El marco narrativo da la oportunidad al autor de este evangelio, para insistir una vez más en su tesis: los publicanos son los privilegiados del amor del Padre y de la acción salvadora de Jesús.

Reflexiones

1ª) ¡A Jesús le encuentra el que busca sinceramente y con verdad!

Zaqueo, es un jefe de publicanos*. En Jericó había muchos publicanos porque era una ciudad fronteriza en la que existía una aduana como en Cafarnaúm. Esto explica históricamente la presencia de un jefe de publicanos allí, lo cual hace muy verosímil la escena. Este personaje quiere ver a Jesús. Le habrían llegado noticias, siquiera vagas e imprecisas, de quién era Jesús y le había cautivado su proceder. Zaqueo es un buscador, porque necesita la solución. Pertenece a los que son atraídos por la pregunta, insistente en el relato evangélico, ¿quién es realmente Jesús? Zaqueo tiene dificultades para poder ver a Jesús. El relato indica la causa: porque era bajo de estatura. Un detalle ornamental en la narración que la hace más atractiva. Y corre a buscar la solución a este problema añadido y se sube a una higuera. ¿Realidad, imagen, símbolo? Una escena sumamente simple en sus rasgos y elementos narrativos, pero sobrecogedora en su contenido. Zaqueo es un modelo de perseverancia en la búsqueda. En nuestro mundo, el hombre, quizá excesivamente rodeado de elementos exteriores a la intimidad de la persona, puede vivir o tener la tentación de vivir excesivamente ahogado y atrapado por tantas ofertas y tantas cosas. Pero la respuesta a la intimidad del hombre está en otra parte y es necesario buscar sin descanso.

2ª) ¡Zaqueo forma parte de los que experimentan la alegría de la salvación que ofrece Jesús!

En este plano el relato lucano es un modelo ejemplar. El narrador tiene especial cuidado en resaltar este detalle narrativo que lleva una fuerte carga emotiva y teológica. Jesús va rodeado de la gente y, en principio, parece que podría pasar de largo aclamado por la multitud. Pero no fue así, el narrador ha querido reflejar expresamente que no fue así. Jesús fija la atención en aquel hombre bajo de estatura y además jefe de publicanos; este rasgo del comportamiento de Jesús ya es significativo por sí mismo y viene a sumarse a su modo habitual de proceder. Es un maestro nuevo, un maestro que habla y actúa con autoridad y con sorprendente novedad. Y lo llama por su nombre propio. Para Jesús cada persona es un valor en sí mismo y tiene nombre propio e intransferible. Lo sorprendente para los acompañantes de Jesús es la decisión de Jesús de hospedarse en su casa. Una vez más aparece la práctica de Jesús de la comensalía abierta y acogedora. Jesús ya había practicado esta comensalía con los publicanos y pecadores (recuérdese el sobrecogedor c. 15 de este mismo evangelio). Y de nuevo la misma experiencia: Zaqueo lo recibe muy contento. Diríamos en lenguaje familiar que Zaqueo no esperaba tanto. Él sólo quería ver a Jesús cuando pasase por delante. Es demasiado para él la reacción de Jesús. ¡Así es Jesús y así es su Evangelio y su talante! El encuentro con la salvación siempre produce alegría profunda y desbordante: lo recibió muy contento. Y Jesús provoca siempre un cambio en lo hondo del corazón del hombre: estoy dispuesto a restituir, proclama Zaqueo, a quien haya defraudado (¡incluso cuatro veces más!). Ha descubierto que Jesús viene a predicar la felicidad del hombre en la realización de un proyecto de justicia y misericordia según la voluntad de Dios. Zaqueo se ha tomado muy en serio el encuentro con Jesús porque ha supuesto su liberación más honda. Hoy como ayer, Zaqueo sigue siendo un modelo de cómo actúa Dios en su gratuidad y cómo deben responder los hombres en su coherencia al don. El paso de Jesús por este mundo debe significar un cambio profundo de estructuras: Zaqueo estaba acostumbrado a defraudar y retener para él lo que no era suyo. El encuentro con Jesús le descubre la verdad de su corazón y la verdad de las cosas.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019)