¿De qué discutíais por el camino?

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago 4,1-10:

Queridos hermanos:
¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros? Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios.
¿O es que pensáis que la Escritura dice en vano: «El espíritu que habita en nosotros inclina a la envidia»? Pero la gracia que concede es todavía mayor; por eso dice: «Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes».
Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros.
Lavaos las manos, pecadores; purificad el corazón, los inconstantes. Lamentad vuestra miseria, haced duelo y llorad; que vuestra risa se convierta en duelo y vuestra alegría e aflicción. Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.

Salmo de hoy

Salmo 54,7-8.9-10a.10b-11.23 R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto». R/.

«Esperaría en el que puede salvarme
del huracán y la tormenta».
¡Destrúyelos, Señor,
confunde sus lenguas! R/.

Pues veo en la ciudad violencia y discordia:
día y noche hacen la ronda sobre sus murallas. R/.

Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

Reflexión del Evangelio de hoy

¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros?

Después de haber celebrado la cincuentena pascual, los textos nos han ido dejando claro, que la iglesia comienza a abrirse camino en el mundo. Jesús, expresa que no va sola, sino que es su mismo espíritu quien va haciendo que pueda salir adelante. Sin embargo, se tiene que enfrentar a los desafíos del mundo y a la limitación humana, con lo cual cuesta en ocasiones dar testimonio. El mismo Cristo, da un encargo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15) como un signo de ser testigos, en medio de las adversidades, que la compasión que Dios ha soñado para la humanidad llega a través de aquellos que se han sumado a la empresa de Cristo.

Ahora bien, nos topamos de lleno, con los obstáculos que nos impiden ser realmente testigos creíbles: «Pues no hago lo bueno que deseo, sino que obro lo malo que no deseo» (Rom 7,19). Sabemos realmente lo que está bien y lo que no. Hay cosas que tampoco nos gusta que nos las hagan… ¡Y qué difícil es vivir en clave fraterna! Por ello, Santiago, hace una llamada a examinarnos en conciencia. Esa pregunta: «¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros?», es un llamado, a que a la luz de Dios, observemos nuestras actitudes, acciones, palabras, gestos, para ver si realmente se ajustan al seguimiento de Cristo o por el contrario ponen en el centro de la vida el lado más salvaje que tenemos, el cual, no nos lleva a vivir en unidad, fraternidad, comunión, como verdaderos hermanos.

¿De qué discutíais por el camino?

Nos encontramos en el capítulo nueve del evangelista Marcos, el cual, es de una frescura impresionante a la hora de hablar del proceso de la fe y del compromiso cristiano. Es como si el pasaje se hubiese redactado ayer por la tarde, como si hiciese una radiografía de cómo nos encontramos muchas veces los cristianos: «Creo, pero ayuda mi falta de fe» (Mc 9,24). Es el caldo de cultivo con el que nos batallamos a diario, hay tantas ocasiones en las que nos faltan luces, entendimiento, para saber discernir correctamente lo que debemos hacer en la vida. Nada distinto, al proceso que tuvieron que hacer los doce cuando decidieron seguir a Jesús.

Se nos presenta el segundo anuncio de la pasión, muerte y resurrección que Jesús hace al discipulado. Algo que no encaja en las entendederas de aquellos pescadores que lo han dejado todo para seguir al Mesías de Dios. Supongo que pensarían en que este Mesías sería alguien fuerte, con poderío económico, palacios, guardias, algo que se asemeje al triunfo que presenta la sociedad hoy día. Así, también se nos narraba el cuento de la lechera, al vivir de proyectos que nunca llegaban, con esta leche que venda compraré… Un mal paso en el camino, el cántaro al suelo y adiós a la empresa. Las categorías humanas no van con el proyecto de Dios. Así también, nosotros nos hacemos una religión a la carta, algo que calme nuestra conciencia y que queda lejos de los que Dios espera de cada uno de nosotros.

Sin embargo, no todo vale en el ser cristiano. Hay que dejar claro que rebajamos muchas veces el listón de la exigencia que tiene el ser discípulo de Cristo. Jesús manifiesta: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10). Por tanto, nos muestra otra categoría distinta de la sociedad actual: La vida, que es un regalo, la tenemos para darla, ofrecerla, entregarla, regalarla, en el proyecto del Reino de Jesús, que tiene como fundamento el mandato nuevo de vivir en la fraternidad de los hijos de Dios, de este modo, serás grande a los ojos de Dios. Que es lo que importa en la vida.