Renacimiento y Escuela Española / siglo XVI

El cientificismo y la razón tomaron gran importancia y en lo religioso el humanismo ayudó a valorar a la persona, con la reforma y contrarreforma de fondo.


Los siglos XV y XVI son dos siglos de transición entre el final de la Baja Edad Media, marcada por la Escolástica y la Edad Moderna, en la que el cientificismo y la razón tomaron gran importancia en el pensamiento occidental. A nivel religioso, el estudio del humanismo griego ayudó a valorar a la persona, hecha a imagen y semejanza divina, y propició una espiritualidad que buscaba la presencia de Dios dentro de ella. Asimismo, el Espíritu Santo suscitó nuevas formas de vida religiosa, destacando la Compañía de Jesús, ideada para servir a Dios y a las personas en el mundo moderno. Pues bien, el resultado de todo ello es la Escuela Española del siglo XVI.

¿Que caracterizó al Renacimiento en el siglo XIV?

Curiosamente, el paso de la Edad Media a la Edad Moderna vino impulsado por la decadencia y caída del Imperio Bizantino (1453), que propició la llegada a Occidente, principalmente a Italia, de numerosas obras clásicas hasta entonces desconocidas o de las que se tenía acceso a través de traducciones hechas por musulmanes. Esto hizo que el Renacimiento naciera en Italia en pleno siglo XV y que desde ahí se difundiera por Europa. En España comenzó a tomar fuerza a finales de siglo.

¿Cómo avanzó el pensamiento en el Renacimiento?

La teología occidental ganó mucho con la difusión de buenas ediciones de Padres de la Iglesia oriental así como de obras de pensamiento griego. Estas últimas impulsaron el estudio y valoración del ser humano, es decir: el humanismo. Todo esto se vio multiplicado por la imprenta, creada en Alemania a mediados del siglo XV y cuyo uso se generalizó en la primera mitad del siglo XVI.

¿Qué sucedió con el arte durante el Renacimiento?

El arte también evolucionó con el Renacimiento. Los artistas renacentistas italianos estudiaron el arte griego con minuciosidad para llegar a la «perfección»: un claro ejemplo son Leonardo Da Vinci (1452-1519) y Miguel Ángel (1475-1564).

A nivel religioso, si bien la arquitectura renacentista se difundió fuera de Italia, la Iglesia, por lo general, prefirió mantener el estilo gótico y mejorarlo con influencias renacentistas, sobre todo en España. Así, en el siglo XVI, se edificaron conventos, iglesias y catedrales en un bello estilo llamado gótico florido.

También se construyeron magníficos edificios religiosos de estilo renacentista, como el monasterio de San Lorenzo del Escorial en España, pero resultaban espiritualmente más «fríos» e inexpresivos que los góticos. Por eso hubo que esperar a la llegada del arte barroco en el siglo XVII para que el gótico fuese definitivamente reemplazado.

Desgraciadamente, el Renacimiento influyó de forma negativa en el Papado. Entre los años 1441 y 1517 éste se vio arrastrado hacia una gran decadencia espiritual. Durante este periodo, los Papas, a modo de príncipes mundanos, se preocupaban de engrandecer Roma con suntuosos edificios que eran financiados con el dinero que el pueblo fiel daba para conseguir las indulgencias que les librasen de las penas tras la muerte. Y es bien conocida la decadencia moral de ciertos Papas.

¿Cuál fue el resultado de la Reforma y la Contrarreforma?

Por otra parte, a finales del siglo XV cambió la visión del mundo con el descubrimiento de América y las muchas colonias que los portugueses estaban estableciendo en África y Asia. En pocos años, la Iglesia católica pasó de estar circunscrita en Europa occidental a extenderse por inmensos territorios situados al otro lado del mundo.

Pero la Iglesia católica en general, no sólo el Papado, estaba sumida en una gran decadencia, lo cual propició el inicio en 1517 de la Reforma protestante, promovida en Alemania por Martín Lutero (1483-1546). La Reforma se vio muy favorecida por el apoyo político de varios gobernantes centroeuropeos que querían independizarse del Papado, gracias a lo cual triunfó y, a la postre, ocasionó el nacimiento de nuevas Iglesias cristianas en el centro y norte de Europa totalmente separadas de la Iglesia católica.

Esto desencadenó cruentas «guerras de religión» entre diferentes bandos y obligó a la Iglesia católica a tomar medidas para que las ideas de la Reforma no se expandieran por toda Europa. La principal consistió en convocar el Concilio de Trento (1545-1563) para impulsar la verdadera Reforma, también llamada «Contrarreforma», por oponerse frontalmente a la Reforma protestante. Este Concilio marcó profundamente la espiritualidad católica hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965). De ello hablaremos en próximos artículos.

Es decir, en el siglo XVI la realidad cambió mucho: mientras la Iglesia católica se expandía por medio mundo y tenía que afrontar el reto de evangelizar a muy diversas culturas y razas, en Europa perdía grandes territorios y tenía que enfrentarse a aquellos que ofrecían otra forma de cristianismo.