La espiritualidad actual

Tras la caída del muro de Berlín en el mundo predomina el capitalismo. La Iglesia ha mejorado a la preconciliar, pero han surgido otros problemas.


Llegamos al momento actual, marcado por el Concilio Vaticano II (1962-1965) y los importantes acontecimientos que la humanidad ha vivido en estos últimos años. Poco se parece la Iglesia de ahora a la preconciliar.

Muchos aspectos han mejorado, pero han surgido otros problemas, como el gran incremento del agnosticismo, el traspaso de millones de católicos a las Iglesias protestantes en Latinoamérica, la escasez de vocaciones para el sacerdocio y la vida religiosa, el alarmante aumento de abortos y divorcios, y la desorientación que viven algunos cristianos a causa de diversas y atrayentes corrientes espirituales que proceden de fuera del seno eclesial. Pero debemos tener esperanza. El pasado nos enseña que la Iglesia ha superado momentos aún más difíciles, pues el Espíritu Santo siempre ha estado con ella, ayudándola.

¿Cómo es el mundo actual?

Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el mundo se dividió en dos bandos opuestos: el capitalista, y el comunista, comandados respectivamente por Estados Unidos y la antigua Unión Soviética. Ello trajo consigo la llamada «Guerra Fría» mediante la cual ambas superpotencias pretendían desestabilizarse y debilitarse mutuamente, lo que produjo numerosos conflictos en países no desarrollados, pues ambas superpotencias buscaban situar en el poder a gobernantes de su ideología, aunque fuese a costa de sangrientas guerras civiles. Por otra parte, los ciudadanos de los países directamente implicados en la Guerra Fría vivieron bajo el miedo a un inminente conflicto nuclear que habría podido arrasar la superficie del planeta.

En el mundo occidental, Estados Unidos impulsó un sistema político que propició un rápido crecimiento económico y consolidó los grandes ideales de las revoluciones liberales del siglo XIX: el gobierno democrático, la economía capitalista y un amplio régimen de libertades. Pero, a diferencia de lo que pasó en el siglo XIX, tras la Segunda Guerra Mundial no se atacó a la Iglesia y, si bien la mayoría de los gobiernos democráticos eran aconfesionales, le dieron un lugar dentro de la sociedad. A mediados de los años 50 esto ya era una realidad. Sin embargo, en los países del bloque comunista, los cristianos católicos sufrieron una dura persecución.

En los años 80 era cada vez más evidente que el régimen comunista soviético estaba en clara desventaja económica y social respecto al exitoso capitalismo occidental. El cambio se inició en 1985 cuando Mijaíl Gorbachov fue nombrado Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, y comenzó un proceso de reestructuración políticaPerestroika– y de apertura o transparencia –Glasnost–. Pero esto no sólo no solucionó la penosa y decadente situación de la Unión Soviética sino que, aprovechando su patente debilidad, los otros países comunistas que formaban parte de la órbita soviética lo vieron como una ocasión para desligarse de su férreo control.

¿Cómo es la espiritualidad en la actualidad?

El acontecimiento clave para el rápido desmoronamiento del régimen soviético es «la caída del muro de Berlín»: cuando el gobierno comunista de la antigua República Democrática Alemana, cediendo a las crecientes presiones sociales, en diciembre de 1989 abrió el paso en el muro que separaba Berlín oriental del Berlín occidental, que formaba parte de la antigua República Federal Alemana. Después de eso, el derrumbe del régimen soviético fue imparable, de tal forma que en pocos años todos los países que formaban parte de él adoptaron el sistema capitalista y dieron total libertad de culto, por lo que la Iglesia católica emprendió una misión de reevangelización enviando a numerosos sacerdotes y religiosos, lo cual, por desgracia, no ha sido bien acogido por las Iglesias ortodoxas de aquellos países.

Este cambio también afectó a China que, si bien no ha dejado de ser una república comunista y sigue poniendo muchas trabas a los cristianos, está dando pasos económicos importantes y ya es una superpotencia económica. Además, en Latinoamérica han ido cayendo los regímenes autoritarios y han sido reemplazados por otros democráticos. En definitiva, el resultado de la caída del muro de Berlín es un mundo mayoritariamente democrático y, sobre todo, capitalista, cuyo frágil equilibrio es mantenido por el poderío militar de Estados Unidos.

¿Cómo es la globalizacion en el mundo actual?

A partir del hundimiento soviético, y gracias a los avances en los transportes y los medios de comunicación, se ha implantado la llamada «globalización» que, básicamente, consiste en que en cualquier lugar del mundo podemos conseguir casi cualquier producto u obtener información procedente de la otra punta del mundo. Es decir, todo lo que es útil y rentable en algún lugar concreto, es susceptible de ser difundido por todo el mundo. Por ello, lo que triunfa en un sitio, rápidamente se universaliza. Y esto se va acentuando a medida que los sistemas de comunicación (televisión, Internet, telefonía móvil, etc.) son cada vez más eficientes y accesibles a la mayoría de los habitantes del planeta.

Pero la información y el comercio son controlados por unas pocas empresas, por lo que una considerable proporción de la humanidad consume productos similares y escucha casi la misma información. Ello está produciendo una rápida homogenización en las costumbres y mentalidad de las personas. El inglés ha pasado a ser la lengua internacional y la democracia capitalista es asumida mayoritariamente como el mejor sistema político.

Pues bien, la Iglesia ha mostrado reticencias respecto a este sistema económico y a los valores que se están globalizando, pues no son siempre acordes al Evangelio, y quienes más lo sufren es esa inmensa cantidad de personas desfavorecidas de las que el sistema global se aprovecha para aumentar sus beneficios.