Escuela Italiana de espiritualidad

La Escuela Italiana de espiritualidad está influenciada por otras corrientes y destacan san Alfonso María de Ligorio y san Pablo de la Cruz como autores.


En el siglo XVIII surgió un pequeño movimiento espiritual en Italia que es heredero de la Escuela Española del siglo XVI, sobre todo de la mística carmelitana, y de la Escuela Francesa del siglo XVII. Cabe citar a dos autores: san Alfonso María de Ligorio (1696-1787) y san Pablo de la Cruz (1694-1775).

¿Cuál fue la contribución de san Alfonso María de Ligorio a la espiritualidad?

Además de autor espiritual, es un gran moralista, motivo por el cual fue nombrado Doctor de la Iglesia. Afirma que en el camino hacia la unión con Dios es necesario cumplir los preceptos evangélicos. Unos son fáciles de practicar, y para ello nos basta con la gracia ordinaria que Dios da a todos, se lo pidamos o no. Pero hay otros preceptos que son difíciles de cumplir, y para hacerlo es necesario que Dios nos otorgue la gracia extraordinaria, que es eficaz en sí misma. Pues bien, para obtener esta gracia es necesario suplicarla en la oración.

Este santo fundó la Congregación del Santísimo Redentor –es decir, los Redentoristas– que en la actualidad se dedica especialmente al estudio de la teología moral y a celebrar el sacramento de la Reconciliación, si bien, su campo pastoral es mucho más amplio.

¿Quién fue san Pablo de la Cruz?

Nacido en el Piamonte (nordeste de Italia), con 19 años escuchó un sermón que le empujó a cambiar de vida. Entonces organizó una asociación con otros jóvenes para ayudar al prójimo mediante la palabra y el buen ejemplo. Con 26 años fundó la Congregación de la Pasión. Tras ordenarse sacerdote se dedicó a la predicación itinerante y a difundir su Congregación. Pocos años antes de morir fundó la rama femenina.

¿En qué se basa su espiritualidad?

Su espiritualidad se apoya mucho en la mística de Juan Taulero (ca. 1300-1361) y san Juan de la Cruz (1542-1591), y se centra en la vivencia de la Pasión del Señor. Es muy interesante su aportación sobre la muerte mística, que está muy emparentada con la noche oscura de san Juan de la Cruz. Se trata de un proceso espiritual muy duro en el que nuestro interior se purifica de lo que no es Dios –ahí se hallan nuestros caprichos y autosatisfacciones– para alcanzar la unión con Dios y la auténtica felicidad.

Por desgracia, este autor fue erróneamente acusado de quietista, por eso su pequeño tratado de la Muerte Mística, de gran profundidad espiritual, tuvo que ser escondido. Pero, tras permanecer oculto más de dos siglos, fue descubierto en 1976.

¿Qué es la muerte mística?

En este tratado, san Pablo de la Cruz nos dice que hay ocho formas diferentes de muerte mística:

  1. la muerte sacramental, vivida en el bautismo (cf. Rm 6,5-8);
  2. el estado de muerte, que se alcanza cuando nuestra vida queda escondida en la de Cristo (cf. Col 3,1-3);
  3. la muerte ascética, que es la mortificación (cf. Col 3,5.9-10);
  4. la muerte apostólica, que consiste en llevar con nosotros el morir de Cristo, para que su vida se reproduzca en los otros (cf. 2Cor 4,11-12);
  5. la muerte martirial, al dar la vida por el Evangelio (cf. Fil 3,8.10-11; 2Tim 4,6);
  6. la muerte psicológica, en la que muere nuestro ego al someterse nuestra alma a la voluntad divina (cf. Gal 2,20);
  7. la muerte natural, cuando al final de la vida morimos unidos a Cristo (cf. 1Tes 4,13-14).

También la vida religiosa conduce a la muerte mística cuando el religioso muere a todo deseo y voluntad propios, y sufre las consecuencias de una vida pobre hasta alcanzar la identificación con la vida de Cristo.